El resurgir de los recitales


A finales del 85, una Junta Gestora es la que mantiene viva la Peña, y supera con tenacidad la mayor crisis que ha sufrido nuestra entidad y que incluso había estado al borde de la desaparición.

 

Esta Gestora —formada únicamente por una veintena de socios que se resistían al abandono— trabaja denodadamente durante dos largos años hasta conseguir en principio un local cedido por el Ayuntamiento en la Casa de la Cultura y, posteriormente, reemprender el camino con la nueva adscripción de socios, cuyo número llega con celeridad a 160.

 

Al frente de esta Junta Gestora siempre estuvo Manuel Martín Alcaide, quien fue elegido formalmente nuevo presidente en Junta General celebrada en julio del 87.

 

Paralelamente a la progresiva normalidad administrativa y económica, la Peña retorna su actividad propia y reemprende la celebración de recitales mensuales, que se suceden ante la complacencia de la renovada masa social. El ideal que el nuevo presidente tenía de lo que debe ser una Peña (cada mes, un recital) se había cumplido por fin.

 

Una novedad digna de mención es la institución de la Insignia de Oro de la Peña, que se impone por primera vez en 1990 a su titular, Miguel Vargas, coincidiendo con el lanzamiento de su nuevo disco “Al aire mis ilusiones”; el acto tuvo una extraordinaria acogida en los medios de comunicación, como lo demuestra el artículo periodístico que reproducimos a continuación.