Los Orígenes de la Peña


Según Juan José Hurtado Ramírez, primer presidente de nuestra Peña y miembro fundador de la misma, sus orígenes se remontan a finales de los años sesenta, cuando se reunía muchas noches, al terminar sus respectivos trabajos, con Manuel Rueda Maqueda (El Talabartero), Joaquín Gómez (Algarín), José Suárez Aguilar (El Pescaero), Juan Torres (El Rubio de los Teheringos), Rafael Peña (El Sepulturero), José Rodríguez Sánchez y otros aficionados. El motivo que los unía no era otro que echar un rato de cante en cualquier bar de la localidad, cosa harto difícil en aquel tiempo puesto que los agentes de la autoridad les imponían el preceptivo silencio a partir de ciertas horas de la noche.

 

Ante estas perspectivas no les quedaba otra solución que elegir como “escenario” de sus cantes cualquier domicilio particular, como la casa de José el Pescaero; lugares apartados, como el corralón del Talabartero o la Huerta de la Calle Laguna, o incluso salir a algún ventorro, cerca de Arahal o Marchena.

 

Pero dejemos que sea el mismo Juan José quien nos ponga en antecedentes, de su puño y letra, de cómo este grupo sería el germen de una futura Peña Flamenca:

 

“En una de nuestras reuniones, allá por el año 69, nos decidimos a dar los primeros pasos para constituirnos en peña flamenca, considerando que éste era el único modo de disfrutar de nuestra afición sin que nadie nos molestara.

 

Comenzamos denominándola Peña Flamenca de Paradas y, a finales de 1970, decidimos por unanimidad darle el nombre de Miguel Vargas, por tratarse de un hijo del pueblo que despuntaba ya como una figura del flamenco.

 

La Peña fue acogida por el pueblo con mucho entusiasmo, como lo demuestra el hecho de que el número de socios alcanzó una cifra impen­sable incluso para nosotros, llegando a sobrepasar los doscientos.

 

Por nuestra Peña desfilaron muchos cantaores; hicimos varios concursos, tanto de flamenco como de saetas; además celebramos el Primer Festival con cantaores de Paradas, llegando a tener tanto éxito que a los participantes se les premió al final con más dinero del que tenían estipulado en sus contratos.

 

Yo, Juan José Hurtado —el de la Huerta—, fui presidente durante los primeros años y me siento muy orgulloso de haber tenido esta iniciativa con mis amigos, y de haber dejado abiertas las puertas de la Peña para disfrute de todos los que habéis ido llegando después”.